02/10/2008
Debemos hacer una retirada unilateral hacia nosotros mismos, y la palabra clave es Solidaridad. No. No propongo una retirada unilateral como la que tuvo lugar en la Franja de Gaza. Aunque me permito una observación: ¿cómo habríamos combatido en la Segunda Guerra del Líbano con un segundo frente en los asentamientos de Gaza? Los que se arrepienten, deben responder esa pregunta en nombre de Sharón. Y una segunda pregunta: Sharón descubrió luego de un tiempo, que Israel no puede adueñarse de un territorio, sin conquistar a la población. ¿Alguien tiene una solución mejor que la de ``dos Estados para dos pueblos''? Para llegar a esa solución los dos pueblos tienen que enfrentarse con sendas falacias. Los israelíes con ``las fronteras de Auschwitz''. Los palestinos con la ilusión del tiempo que ``juega a favor de los palestinos''. La expresión ``fronteras de Auschwitz'' es una metáfora. Las metáforas -sobre todo si son originales- son muy recomendables en poesía. ``Tu amor es mejor que el vino'' dice el ``Cantar de los Cantares''. La metáfora es convincente, pero es solamente poesía. Nadie toma una metáfora al pie de la letra. Pese a la afirmación de Salomón, nadie que organiza un casamiento prescinde de encargar vino para la fiesta. La metáfora es un valor en poesía y un peligro en política y sociología. Precisamente porque, por definición, une campos distintos, a veces opuestos: ``Fuerte como la muerte es el amor'', dice el poeta en ese mismo Cantar (8:6). La metáfora en la poesía vigoriza la expresión, pero en política la deforma. Quien dice ``judeonazis'' para condenar a la derecha israelí, absuelve al nazismo de su perversión, que es única. Quien afirmó ``fronteras de Auschwitz'' para expresar lo absurdo de esa línea tal vez sea un buen poeta, pero es un historiador pésimo. Decir de una guerra que fue la mejor de las guerras es un oxímoron, una afirmación con una contradicción intrínseca, algo así como ``una muerte feliz'',``un milagro maldito''. Pero la Guerra de los Seis Días fue la mejor guerra que libró Israel. Y lo hizo desde las llamadas ``fronteras de Auschwitz'', fronteras que siguieron a la Guerra de la Independencia y que serán, en caso de llegar a un acuerdo, la base de los límites con el Estado palestino. En esas fronteras o en otras, la victoria depende de la solidaridad y está en contradicción con el individualismo antropófago que algunos sectores israelíes propagan. La sociedad palestina tiene que abandonar sus sueños mesiánicos de un futuro mejor, sin Israel. No tiene que esperar a que llegue el año 2028, o 2058. Pese a que Ahmadineyad, Nasrala, Haníe y demás comparsas de la muerte les aseguran que Israel es una telaraña, que su fin esta próximo y demás imbecilidades, el Estado judío es una realidad irreversible, con más acero inoxidable que telas de araña. El tiempo no juega a favor de los palestinos. El Producto Nacional Bruto está decreciendo, aumenta la miseria, más y más palestinos se ganan la vida fuera de Palestina. Ello a pesar de que el pueblo palestino es uno de los más alfabetizados de los países árabes, y de su gran porcentaje de profesionales. El pueblo palestino es el que peor aprovecha sus recursos humanos, porque su energía espiritual e intelectual está concentrada en el conflicto. Está empeñando su futuro por un sueño mesiánico negativo: la desaparición de Israel. La solución del conflicto está dada a grandes rasgos desde Clinton-Barak: las fronteras revisadas del '48, el retorno de los refugiados al Estado palestino, la división de Jerusalén. La llave la tiene el liderazgo árabe. Éste tiene que tomar conciencia de que ésa es la proposición máxima que un Gobierno israelí puede proponer a su pueblo, proposición que le costó a Barak el poder. Hay quien supone que Olmert y Abu Mazen pueden llegar a un acuerdo de estantería. A pesar de mi optimismo casi patológico, no lo creo posible. Sé de seguro que la derecha hará de ese acuerdo virtual su caballito de batalla. Las elecciones se harán con lemas ``nacionales''. El mismo Netaniahu que en l997, luego del intento fallido de asesinar a Jaled Mashal liberó decenas de palestinos, entre ellos el tardíamente muerto Sheik Yasín, criticará los canjes de prisioneros del presente Gobierno. El que con el Túnel Hasmoneo ocasionó la muerte de l6 soldados israelíes, criticará la conducción militar de la Segunda Guerra del Líbano. Hay quien sin siquiera pagarle copyright a Netaniahu denuncia que Livni entregará Jerusalén. Propongo no caer en esa trampa. Don Paco compró un billete de lotería, cuyo premio era un coche. La familia comenzó a hablar del coche que ganaría. Cada uno dijo donde se sentaría. Cuando el hijo menor dijo que se sentaría sobre el techo, el padre le asestó una cachetada: ``¡Bájate del techo irresponsable!'' No hay acuerdo, como no hay coche de lotería. No creo que sea posible. Los que en definitiva decidirán si desean el acuerdo o prefieren esperar al Mesías islámico, son los palestinos. Si ellos prefieren dar la palabra al Sr. Kalashnikov, seguiremos dialogando en
ese estilo idiomático. Si prefieren el acuerdo, la mayoría de los israelíes lo aceptará. Hasta que llegue ese momento, debemos hacer una retirada unilateral hacia nosotros mismos. La palabra clave es Solidaridad. El aforismo hebreo enuncia ``Kol Israel arevim ze lazé'', todos los judíos son responsables (o garantes) uno de otro. Aparece en varias fuentes posteriores a la Biblia. D`Artagnan habría dicho: ``Uno para todos y todos para uno''. No es sólo un aforismo. Es la base ética de la vida judía en la diáspora. Una serie de instituciones voluntarias, desde ``Hajnasat Kalá'' (que se ocupaba de las novias) hasta la Jevra Kadisha (ocupada del sepelio), aseguraba cada etapa de la vida, y de lo que le seguía. El adjetivo ``voluntario'' no es exacto porque se trataba -desde un punto de vista sociológico- no de una ``sociedad'' sino de una ``comunidad'' basada en la interdependencia. El movimiento sionista socialista fue el que entre la segunda aliá (1904-1910) y la declaración de la independencia (1948) sentó las bases del Estado. Lo hizo de acuerdo a teorías socialistas, también marxistas, pero aplicando el mismo principio de solidaridad e implementando las ideas de justicia social de la legislación bíblica y de los profetas. A partir de 1930 y hasta 1977 el movimiento obrero estuvo a la cabeza del ishuv (la comunidad judía organizada de Palestina) y luego del Estado. Adjudicar la idea de solidaridad al movimiento obrero es cierto pero no exacto. La solidaridad y la herencia de los valores de justicia social de la Biblia son comunes a todo el judaísmo, no exclusivas del sionismo socialista. Quien se dice judío porque observa el sábado pero no paga a tiempo el salario, contradice expresamente lo enunciado en Levítico, 19:13: ``No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana''. Quien paga a su asalariado menos que el salario mínimo incurre en la ira divina tal como aquellos que arrostró Amos: ``Oíd esto, los que explotáis a los menesterosos y arruináis a los pobres de la tierra'' (Amos, 8:4). El Pentateuco es la legislación más avanzada de su época, no la más antigua. La más avanzada, por el trato a los esclavos, por las leyes sociales, por el amparo a los sectores débiles de la estructura social: el huérfano, la viuda, el extranjero.
El revisionismo, con Jabotinsky a su cabeza, combatió acerbamente al sionismo socialista. Jabotinsky afirmaba el ``monismo'': enarbolar una sola bandera, la sionista. (El moshav del Golán Jadnés, única bandera, recuerda esa idea.) Y se opuso al socialismo. Acá es importante dejar constancia de que el socialismo, por lo menos en esa época, preconizaba la propiedad social de los medios de producción. En ese contexto aparecen los kibutzim, los moshavim, las empresas económicas como Koor en metalurgia, Solel Boné en la construcción, Egged en el transporte. ``Al Socialismo por la construcción''. Jabotinsky sale en contra del socialismo en esa acepción, en contra de la Histadrut (la central obrera), como factor económico. Jabotinsky se dice ``monista'' pero tiene también una tesis económica. Está a favor de la libre empresa y de la economía de mercado. Pero se siente y se dice heredero del humanismo bíblico y de la tradición solidaria de la judería. El Estado no debe actuar como factor económico, lo que no impide que actúe como factor de previsión social. El ser humano tiene derecho a vivienda, alimento, vestimenta, educación, salud. Es responsabilidad del Estado subvenir esas necesidades. Se debe recalcar: no se trata de filantropía (los perros comen en el suelo los mendrugos que caen de la mesa señorial) sino de previsión social. Jabotinsky no les adjudica a todos sin excepción, el derecho a dormir bajo los puentes, sino el derecho a una vivienda decente. A pesar de la libre empresa tiene ideas -o por lo menos sueños- igualitarios. Toma la idea bíblica del año del jubileo (redistribución de tierras cada cincuenta años) y la supone aplicable a la realidad moderna, con una redistribución cíclica de bienes que reintegre la igualdad de posibilidades. No está claramente a favor del kibutz, pero lo ve como una forma legítima de construir la economía. Hay que decirlo con todas las letras: Netaniahu, que hace gala de su judaísmo, llevó a cabo una política económico-social que está reñida con el legado del judaísmo y la tradición de Jabotinsky. Supongo que Jabotinsky habría apoyado la privatización del Bank Hapoalim. No creo que hubiera apoyado la privatización de los servicios de salud, de la educación o de las cárceles. Justicia social es un lema posible y plausible también para los herederos de Jabotinsky. El liberalismo en economía no excluye el estado de bienestar. Por el contrario, éste es una condición para su éxito. Clinton no fue un socialista, tampoco su esposa, que intenta crear para los americanos un sistema de previsión social similar al de Israel. Los Clinton son capitalistas inteligentes. Una sociedad solidaria es el elemento más imprescindible para la seguridad de Israel. Mientras los palestinos deciden por qué dialogo optan finalmente, la sociedad israelí debe optar por la solidaridad.
Publicado en Aurora 02/10/2008
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